Quizá existan infinidad de establecimientos para adquirir una cocina, pero seguramente ninguno tiene el alma de Kasten Estudio.
Su fundador, José Esquivel, un apasionado del interiorismo y gran consumidor de mobiliario de diseño, comenzó a escribir la historia desde su experiencia como comprador. En el año 2005 buscaba una cocina para su nueva casa y sabía que sus carpinteros no iban a lograr el resultado que buscaba. Decidió buscar a los especialistas. Lo primero que hizo fue visitar las grandes marcas de renombre y definitivamente todos salían de su presupuesto, sabía que una cocina no sería barata pero los precios que veía en estas tiendas eran un insulto. Decidió ser menos pretensioso y bajar un poco sus expectativas y su búsqueda ahora se enfocaría a establecimientos menos lujosos, visitó varios showrooms, contactó con páginas de internet y por más propuestas que recibió ninguna lo convenció; sentía que estos proveedores eran en su mayoría principiantes o poco profesionales, no tenían una fábrica como tal, no tenían referencias comprobables, la calidad que vió en sus exhibiciones dejaba mucho que desear, malos acabados, accesorios que se atoraban, muebles despostillados, pinturas con cascara de naranja, muebles retocados, daba la sensación que querían hacerte creer que estabas comprando algo muy sofisticado y en realidad era algo tosco, como un intento de cocina con productos clones.
Los de las páginas de internet ni exhibición tenían, en el mejor de los casos se encontraba con gente entusiasta que desconocía totalmente el producto y dejaban más dudas que certezas en cuanto a los materiales, la funcionalidad, garantías y el diseño, que a leguas se veía que eran personas que no tenían una noción de diseño y mucho menos de cocinar y de todas formas el precio seguía sin ser tan alcanzable. Al ver que el mercado no le ofrecía un producto equilibrado que cumpliera cabalmente con la relación costo-beneficio hizo lo que cualquier ser humano “inteligente” haría con poco presupuesto y gran seguridad de si mismo: clonar una cocina… El muy vivo tomó una imagen de un catálogo de las tiendas de lujo que había visitado originalmente y la adaptó a su espacio. Comenzó con mucho entusiasmo con su carpintero y su equipo, ellos serían los expertos y se dejaría guíar por su experiencia. Ellos sugirieron las medidas de cada mueble, los materiales y los herrajes, la cubierta de piedra, la iluminación y los accesorios correrían a cargo de él. El resultado: una cocina que a simple vista cumplía con las expectativas… En las fotos se veía tan linda como la del catálogo, aparentemente, había sido todo un éxito… las personas que visitaban su casa quedaban encantadas con la cocina y comenzó la recomendación de boca en boca. Tenía la sensación junto con sus carpinteros que habían encontrado un negocio prometedor… Nada más falso que eso, la cocina pronto comenzó a dar señales inequívocas que estaba mal hecha, era muy incómoda, la encimera había quedado excesivamente alta, sacar cosas de los muebles bajos con puertas era toda una odisea, todo quedaba lejos, había muchos espacios desaprovechados, los muebles comenzaron a desprender olores de humedad, los cajones se salieron de su lugar y se cayeron, los accesorios comenzaron a oxidarse, las puertas se caían, la cubierta estaba muy manchada, las partes blancas se volvieron amarillas, en dos años era una cocina totalmente inservible, para vender esa casa tuvo que descontar el valor de una cocina de las caras…
De esta manera tan frustrante entendieron que un carpintero más un entusiasta no se convierten en especialistas de cocinas. Desde un inicio José se dio cuenta que el resultado no era el deseado, sin embargo ya tenían clientes esperando una cocina similar, él no quería defraudarlos, entonces comenzó a visitar a todo tipo de proveedores de materiales y cayó en cuenta que la cosa no estaba nada fácil; había una infinidad de materiales y calidades que desconocía y obvio todos hablaban de sus productos como los mejores, no quedaba más que comenzar con lo básico y aprender el negocio; comenzó con los productos que más utilizaba la competencia en el mercado y trató de ser competitivo. Para José no era suficiente, no se iba a quedar ahí como los demás, tenía que ser el mejor.
Entonces decidió profundizar más en el tema, invertir en una fábrica, construyo una nave de 2,000.00 m2, compró la maquinaria más precisa y automatizada, contrató especialistas, se metió de lleno a entender el negocio de la fabricación de mobiliario, estudio a su competencia a fondo e inclusive comenzó a fabricar para muchas de las tiendas a las que había acudido inicialmente y se dio cuenta que había un patrón de venta y operación. Todos lo hacían como un negocio muy lucrativo, a la mayoría les interesaba vender un cocina, no se interesaban en las necesidades del cliente, engañaban a los clientes con una imagen bonita de lo que podía ser su cocina, no eran claros con los detalles, en los materiales y en las calidades, no tenían especialistas en diseño y mucho menos alguien con experiencia en cocinar. La cocina se diseñaba en programas muy sencillos que ya tiene pre-cargados los muebles y diseñar es muy fácil, cualquier persona con una breve capacitación podía diseñar una cocina con resultados desastrosos. Las reclamaciones de los clientes eran una constante en todas las entregas, simplemente no estaban recibiendo lo que habían pagado. En su afán de tener la mayor utilidad posible, estos establecimientos de cocinas metían siempre componentes genéricos de baja calidad, todo lo tercerizaban con diferentes proveedores, la fabricación de muebles, las puertas, los acabados, las cubiertas, etc… y al momento de instalar era verdadero viacrucis, nada coincidía, las calidades de cada proveedor eran muy distintas, las medidas no eran precisas, los retrasos, las piezas rotas o los faltantes de uno o de otro proveedor siempre pasaban la factura al cliente final en atrasos de consideración y entregas eternas, hubo casos de instalaciones de hasta un año. La mayoría de las tiendas no eran fabricantes y eran simplemente en el mejor de los casos una sala se exhibición que vendía una cocina o mobiliario y lo fabricaban e instalaban distintas personas que no atendían a procesos depurados y estandarizados que garantizaran una experiencia satisfactoria al cliente.
Capitalizando esa experiencia José decidió desmarcarse de ese modelo de negocio y suspendió sus labores durante tres años. Tenía que sacar su marca propia y controlar todos los procesos y los materiales, entonces fue que decidió unirse a una empresa muy grande fabricante de mobiliario que quería el expertice ganado por José en las cocinas, closets y mobiliario José para abrir una división de mobiliario residencial.
Esto jamás maduró pero José estuvo trabajando de tiempo completo en la fábrica con ingenieros de productos, diseñadores de mobiliario, instaladores, carpintero, pintores.
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